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Ensayos clínicos recientes muestran que las sustancias psicodélicas como el LSD y la psilocibina, pueden administrarse de manera segura y en condiciones controladas proporcionando beneficios psicológicos duraderos tras apenas una o dos sesiones supervisadas. Sesiones que pueden reducir los síntomas de ansiedad, depresión y adicción así como mejorar el bienestar en voluntarios sanos durante meses o incluso años. Sin embargo, tales beneficios parecen estar mediados por experiencias «místicas» o de conciencia cósmica, lo que genera un interés filosófico: ¿se deben sus beneficios al hecho de que inducen creencias inverosímiles y exuberantes sobre la naturaleza metafísica de la realidad? LETHEBY integra evidencia empírica y consideraciones filosóficas al servicio de una conclusión simple: si bien a veces surgen ideas metafísicas exóticas, no son estas el motor central de los cambios en la terapia psicodélica. Los alucinógenos conducen a beneficios duraderos al alterar el sentido de uno mismo y cambiar la forma en que las personas se relacionan con sus propias mentes y vidas, no al cambiar sus creencias sobre la naturaleza última de la realidad.